El rol del padre de familia como mediador en procesos de aprendizaje
Jamás imaginamos que el 2020 cambiaría completamente nuestras rutinas. El viernes 13 de marzo es un día que alteró el ritmo de vida de los guatemaltecos, tras el registro del primer caso de Covid 19 en el país. La noche del lunes 16 de marzo del presente año, el Presidente de la República, Alejandro Giammattei, en cadena nacional de radio y televisión anunciaba el inminente cierre total de labores en el país, con sus debidas excepciones.
Las clases presenciales en centros educativos quedaron suspendidas de forma indefinida. Los docentes tuvieron que ingeniárselas para continuar con el ciclo escolar. Algunos establecimientos disponen de plataformas virtuales y esto facilitó los procesos de enseñanza aprendizaje. Otros no, y esto permitió que directores y docentes innovaran a través de redes sociales, plataformas digitales en la red, video conferencias, entre otros. Todo es válido, cuando el objetivo es el logro de las competencias curriculares en los estudiantes.
La sala, la cocina o el dormitorio de niños y jóvenes estudiantes se convirtieron en sala de clases virtuales. Una Tablet, una computadora o un celular con acceso a internet, son los dispositivos que permiten ahora la interacción entre el docente y el alumno.
El rol del padre de familia, ahora es mucho más trascendental. Debe supervisar este proceso directamente en casa, además de gestionar los tiempos para el teletrabajo, los compromisos propios del hogar y compartir con la familia. Apoyar a sus hijos, representa un verdadero reto, en el sentido que muchos no poseen la pedagogía para orientar procesos de aprendizaje y menos en sus propios hijos. Acá nace la cooperación, el trabajo y la responsabilidad de todos. Los directores coordinan el desarrollo del proceso educativo, los docentes reorientan sus acciones didácticas, los estudiantes reciben sus clases y se disponen a asimilar el conocimiento, a través de diferentes actividades de aprendizaje.
Los padres de familia deben supervisar y orientar este proceso. Se convierten en mediadores del colegio en casa, deben hacer el seguimiento correspondiente al cumplimiento de tareas y actividades, que permitan a sus hijos, alcanzar las competencias que requiere la institución. Es necesario ese acompañamiento para que los hijos puedan desarrollar las diferentes actividades y tareas asignadas por la institución para garantizar el buen desarrollo y crecimiento intelectual del estudiante.
Además del dispositivo electrónico con acceso a internet, en casa se debe garantizar un espacio adecuado, ventilado e iluminado, junto a los materiales necesarios para llevar a cabo la acción educativa virtual. Esto sumado a la práctica de valores como la disciplina, el respeto, el liderazgo constructivo y propositivo, el deseo manifiesto de querer aprender y alcanzar competencias, no solo de ganar puntos y el compromiso de velar porque se respeten los tiempos y disposiciones emanadas del centro educativo. El buen ejemplo, debe servir para orientar a los chicos a cumplir con todos los procesos que les solicitan, haciendo su mejor esfuerzo y practicando la verdad, en cuanto a la realización de actividades y tareas.
El alumno debe levantarse temprano, ducharse, desayunar y estar listo a la hora que inician las clases: cumplir y respetar con la jornada le permitirá prepararse para su vida laboral, una de las competencias del sistema educativo.
Los padres deben instituir que el horario escolar debe ser respetado. Sus hijos deben dedicarse exclusivamente a labores educativas. No deben sustituirlas por actividades ajenas al proceso de aprendizaje. Crear un liderazgo que impacte, es lo más conveniente en esta crisis. El estudiante debe reconocer y proponer soluciones que permitan rescatar no solo la economía familiar, sino que ofrezcan oportunidades para crecer durante y después de la pandemia. Generar propuestas, evitar las críticas y valorar el esfuerzo de quienes están al frente en la lucha contra la pandemia. Es fundamental que los padres les enseñen no solo a ser agradecidos, sino a reconocer el aporte de los demás. En fin, el rol del padre de familia, ahora es ejercer como instructor mediador, facilitador de procesos de aprendizaje junto a sus hijos y preservar el principio educativo, que su hijo debe aprender para la vida, para el ejercicio de su ciudadanía y para ser un buen guatemalteco.
Recomiendo aprovechar este tiempo en el que la pandemia nos obliga a estar en casa, para compartir con la familia, alimentar la convivencia y los lazos afectivos y de comunicación. Los padres, además de enfocarse en el cuidado sanitario y aprendizaje académico de sus hijos, también deben fortalecer la práctica de valores, no solo morales, también patrióticos, ecológicos, éticos, tributarios, humanos y financieros. Hay diversidad de actividades que se pueden llevar a cabo para enseñar a los hijos a crecer en el ámbito afectivo y laboral. Como miembros de una colectividad, están llamados a ser ejemplo para los demás, a servir, respetar y fortalecer las normas comunitarias para una mejor convivencia, que garanticen la vida y las buenas costumbres, pero también la estabilidad económica, la prosperidad y la inversión, que faciliten el progreso de la familia y la sociedad. El niño debe aprender valores, practicarlos día a día y tener solvencia para exigir también a los demás su cumplimiento.
Esta pandemia debe dejarnos fortalecidos, hablando no solo de la inmunidad ante una eventual vacuna, sino preparados para reincorporarnos a una nueva sociedad con principios éticos, transparencia y responsabilidad comunitaria.
Autor: Fredy Amilcar Cruz
Licenciado en Administración Educativa
Magisterio de Docencia Superior
Asociado UPA desde 1998